¡Qué tiempos aquellos!
Bueno, bueno, bueno. Cuando uno comienza a decir frases como esta, es que ya el proceso degenerativo de convertirse en un viejuno avanza sin remedio...
Bromas a parte (toda broma tiene un fondo de verdad), qué tiempos aquellos en que un niño tomaba su Primera Comunión y se le regalaba una Biblia. Un rosario. Un crucifijo. Mira que era rara la gente de entonces, ¿eh? Ironías a parte, la Palabra de Dios y la Buena Noticia deberían formar parte de la vida de todo cristiano, en la medida y forma convenientes.
De cualquier manera, y como estamos en la sociedad 3.0 (vaya usted a saber qué significa exactamente eso) aquí os presento un recurso imprescindible. Un gran trabajo, una obra magnífica donde poder consultar, leer y participar de la sabiduría que contiene la Sagrada Escritura. En versión digital, por supuesto.